Fresas

He ahí la respuesta a tantas introspectivas:

Te brindé mi amor cual fresas en invierno.

Tan perfecta y jugosa,
grande y bella como ninguna,
tan deliciosa como ligera.


Y hoy es ese día donde me siento tonta,
aburrida y aguardando aún en la ventana de mi cabaña en la Luna,
siempre con los pajarillos cantando en la copa del árbol,
con las estaciones a cuestas y la inspiración a flor de piel.


Sudo frío, mi corazón late cual caballo en carrera,
mis manos tiemblan y un rocío invade mi rostro pálido que tanto me caracteriza.
¿Es preciso explicarlo?
No, no hay necesidad.


Todo se resume a una fresa,
fresca y delicada,
olorosa y sublime
- como mi corazón escrito en nuestra historia terrenal y divina - 
digna de millones de leyendas que aún guardo bajo secreto absoluto.


"No es fácil ir contra el mundo solo",
rebota aquella frase tuya en mi mente y caigo en cuenta que nunca te diste cuenta de quien tenías al lado, una mujer, una Ali con la madurez de forjar todo desde cero. Olvídalo, tu tomaste la decisión.

Baby, I'm moving on, y el camino se escribe día a día, segundo a segundo, el tren ya partió y sólo espera - espero - ver otro sueño de verano cumplido.

Sigo sentada, necia, terca, testaruda.


Te brindé mi corazón cual fresa en invierno,
delicada,
roja,
deliciosa,
sublime,
pura
y sutil.

Mordiste el fruto, ya no hay marcha atrás.


- Ali.



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