Empezar desde cero - Parte 1

Un día poco común, una mañana complicada, una época donde se aproximaba una guerra, ahí, se dio el tan ansiado reencuentro. 

Nadie pudo explicarlo, nadie sabía que sucedía, nadie tenía idea, nadie notó nada. 

Todo transcurría como un día cualquiera en el mundo terrenal, habían pasado muchas lunas desde aquel amargo adiós, toneladas de lágrimas que se convirtieron en sangre al rojo vivo recorriendo un largo río cargado de piedras, culpas, complejos y dudas, preguntas sin respuestas. ¿Dónde está mi alegría? Preguntó ella viéndose al espejo la noche anterior, las luces de la cuidad son tan bellas como cegadoras. La luna había dado otra vuelta sobre su eje, atrás quedarían las celebraciones y las felicitaciones por cumplir un año más de vida terrenal. Era Ali en la Luna, bajo la piel de una mortal, fingiendo ser parte del mundo, de la sociedad; - ¿Torta? ¿Qué es eso? - preguntó ante la mirada asombrada del resto, ella sabía que tarde o temprano podía delatarse, la única salida era seguir fingiendo - Es que, hace años no me regalan una y ya me olvidé que se sentía. Y era cierto, en su hogar extraterrenal sus seres queridos la llenaban de amor, sembrando su campo cada año y cosechando los más exquisitos frutos cada doceava vuelta al sol, únicamente para ella. Desde la unión de su progenitor con el universo para dejar de existir, ella no tenía manifestación alguna de amor familiar; más aún, su madre se volvió piedra y fue seducida por la Tierra. Ali solo tenía dos opciones: seguir aparentando para guardar calma o liberarse y luchar por todo lo que le arrebataron alguna vez.

¡Hey, Ali despierta! - una voz la regresó a sus sentidos - Es hora de pedir un deseo y soplar esta vela simbólica. ¿Cuántos años son? Veintinueve. ¡Qué rápido ha pasado el tiempo! - le dijo su mejor amiga - Y es que Ali celebró su vuelta al sol en un bar, a la medianoche, haciendo un ritual que los humanos llaman "salir de fiesta". Ella era más de casa, más calmada, era su naturaleza. Fue en ese momento donde su deseo más profundo iba a materializarse, "No quiero más, solo que regrese para volver a casa... Por favor". Un aire suave apagó la llama mientras las cenizas volaron fuera del mosaico que había coml ventana, fueron aquellas cenizas que recorrieron algunos kilómetros, esquivando barreras y llegando a impactar en un ser que deambulaba por espacios antes recorridos. Un palpitar sonoro se oyó como tambores y trompetas en medio de un llamado de batalla. Solo ellos dos lo oyeron, el resto solo vivía su propio mundo. Dos latidos fueron vueltos a la vida. Dos, volvieron a ser uno.


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