Día 1 - Soltar

Las cosas no andaban bien por la capital, Lima, la ciudad de los reyes, se había convertido en una especie de bomba de tiempo con miles de marchas, delincuencia, crímenes, un sinfín de situaciones que transformaban el ambiente colonial e histórico, en una especie de 'Ciudad Gótica' sin Batman ni Robin que vaya a su rescate. Y ahí estaba yo, la joven periodista con hambre de conocimiento, con ganas de devorarme el mundo en un solo bocado pero con ciertas limitaciones económicas que reflejaban la situación de un país tercermundista. No era difícil explicar a lo qué me refería, sumado al hecho de que el invierno se recrudecía al paso de las semanas, días y horas. Mierda, sí que esta temporada está dando la hora, con tantos episodios lúgubres y sacados de un cómic de acción, solo faltaba que algún superhéroe aparezca para salvar a un gobierno que se pasaba día y noche sobre un salvavidas a la deriva, en el mar de una nación decadente.

Sentí por un instante que todo podía ser menos horripilante si veía la vida desde una perspectiva (i)lógica. Explico. Algo así como si te encierras en una burbuja transparente mientras corres por el mundo desnudo sin importar el mañana. Error. Ya no tengo 15 años, soy una mujer a borde de los 30 y debo ser coherente con mis pensamientos. Qué fastidio, responsibilidades, responsibilidades, responsibilidades. Qué asco, ser parte del sistema, de la sociedad, ¿habrá algo que determine qué es lo correcto para uno en este mundo? Y es que nadie está conforme con lo de nadie. Las redes sociales, para variar, se han vuelto una plataforma ideal de debate entre todas las generaciones. Y ahí trabajo yo, una periodista junior con ánimos de conocerlo todo, pero no hablemos hoy de ese aspecto tan superficial, hoy quiero contarles un poco más de mi, de mi interior, de porqué estoy escribiendo a las 30 pasada la medianoche con una taza de manzanilla caliente endulzada con azúcar rubia y mi gata al lado ronroneando. Oh dulce bebé, cómo sabes que estoy haciendo las cosas bien, cómo te das cuenta que este corazón está a flor de piel y reconoces que necesito un abrazo gigante en estos momentos de soledad. Oh, mi dulce melancolía, siempre presente, minuto a minuto.

No tengo nada que perder, como les comentaba, quiero contarles un poco más de mi, de lo que tengo adentro y siento al pasar de los días. Esta noche no solo es la noche posterior al eclipse de luna en acuario, el más largo de todos en los últimos años por cierto, sino es una noche para reflexionar y saber cómo llegué hasta aquí, hasta el lunes 30 de julio del 2018, acompañada de una máquina portátil, mi gata, manzanilla y muchas esperanzas de poder hacer algo que siempre soñé, escribir mi historia. Mi diario personal.

A decir verdad, considero que en el fondo soy una mujer 'chapada a la antigua', de esas que no quieren decir mucho y demuestran todo con actos, detalles y amor. Detesto la mentira y por ende el engaño, no odio, no, prefiero perdonar y soltar, lo que significa: "vete, sé libre y adiós". Que traducido al lenguaje moderno es un "lárgate que si te vuelvo a encontrar te voy a meter una cachetada y no mediré consecuencias", pero dicho de la forma más bonita y tierna del mundo, obvio. Sí, ando con el corazón roto hoy, recuerdos le dicen, no diría que tan roto como antes pero roto al fin y al cabo. Y es que la palabra "espera" tiene muchos significados en estas épocas: esperar tu turno, esperar a que se cocine algo, esperar el bus, esperar el amanecer, esperar que nazca el bebé, esperar un Uber, esperar a los resultados del examen, esperar a alguien, etcétera. Esperar y espera, un verbo y sustantivo que han sido devaluados en estos tiempos e utilizados en todas las formas más comerciales sin tener en cuenta que guarda un poco más que un significado literal. Esperar involucra sacrificio, paciencia, entrega, determinación, coraje, garra y amor, amor por un mañana donde esa espera valga la pena.

Si me preguntaran hoy, ¿qué es lo que quiero? Diría que solo trabajar y seguir estudiando, trabajar y llegar a comprarme una casa hermosa con un jardín lleno de flores y un gran árbol que dé frutos secos para que miles de pájaros, ardillas y animalitos encuentren un hogar autosuficiente y cálido, algo por lo que lucho día a día sin descanso. Trabajar para viajar, para ir después de mi graduación de la universidad a Islas Harbour y correr en la arena rosada que decora sus playas de ensueño. Trabajar para cuidar a mi madre, para darle una vejez digna, así como lo hice con mi padre en su momento y ahora me ve desde el cielo. Trabajar para encontrar mi horizonte, trabajar, trabajar, trabajar en mí, en mis pensamientos, en mis anhelos, en el periodismo, trabajar para alcanzar el universo, trabajar para soñar en una vida libre y empoderada.

¿Y el amor? Oh, el amor, el amor que florece y da vida. Hay amor en cada rincón que pisas, vida que florece en todas las estaciones y te indican que hay un camino largo por recorrer. Amor para dar y recibir, amor que debe ser cuidado día a día respetando la libertad del otro, libertad de querer y expresarse con todo derecho, sin manipulación ni generando sentimientos de culpa por algo que la otra parte hizo y no quiere admitir error. Amor, amor que aún es reacio a mis manos, que se escapa entre mis dedos como aire y una espera que desespera. Antes era diferente, antes podía creer en el mañana del amor, esperar al ser amado y soñar con él, sin embargo la vida es más cruda y me dio la puñalada en el alma cuando ví que todo era mentira.

Esperar, amar, trabajar, soñar, verbos que rondan mi cabeza esta noche mientras bebo manzanilla caliente y mi gata termina de ronronear para darme la señal de "ven humana, vamos a dormir". La gorda sabe que ya estoy más calmada y la noche continuará por unas horas más hasta darle pase a un día lunes lleno de cosas por hacer.

Este es mi diario, el diario que escribiré durante un año, 365 días donde sabrán de mi, de mis pensamientos y anhelos, algún logro que otro o cosas nuevas. Quién sabe.

Soy Aldine Avila y esta es mi historia. Hasta mañana.

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