Carta final
Te
preguntarás que hago escribiendo esta carta, qué demonios pasó por
mi mente y que reacción generó el estar plasmando estas líneas vía
virtual, no tengo nada que decirte, todo ha sido color de rosa para
mi en estos meses, lo aseguro. Fue rosa y multicolor cuando regresé
a la danza, cuando cosía paso a paso mi vestuario, cuando subí a un
escenario luego de años y volví a creer en mi misma; en la familia
igual, todo sigue igual, mi mamá trabajando como siempre y ahora
instaladas en un lugar modesto pero acogedor. Ni que decir con el
trabajo, continuo cosechando mis frutos al paso de los días, sonrío
cuando llego a mi escritorio, enciendo la computadora, pongo mi
música e inicio una larga jornada. Como te dije, todo es color de
rosa y multicolor, todo, hasta cierto punto.
La
soledad me invade cada vez que llego a casa, el globo se desinfla
cuando miro a mi alrededor, cuando estoy inerte, con los ojos hacia
el cielo, el pecho duele, siento punzadas, hincones terribles a la
altura de mi corazón, mi brazo se pone de hormiga, la presión se me
baja, siento mareos, me contengo y soy fuerte; pero nada vale hasta
un punto.
Mis
manos frías están ahí, mis labios resecos también, no he
cambiado mucho que digamos, aún pienso que me va a dar un paro
cardíaco y quedaré ahí, sin nada que hacer.
No
voy a negarte, he intentado recuperar el tiempo perdido. Conocí a
alguien, se me presentó en el camino, pero no puedo continuar con
esto, sufro de paranoias constantes, no puedo concentrarme en algo
nuevo si aún sigues acosándome, insinuando que vives, que existes,
que te vas a aparecer algún día. Paso muy seguido por el mismo
lugar, no he querido investigar sobre ti, ni siquiera no haré, me
basta y sobra con tus palabras aquel miércoles en la mañana. No
puedo continuar así.
Si
has intentado de alguna u otra forma saber algo de mí, pues te lo
confieso: no lo deseo. Así se me parta el alma en mil y un pedazos,
el daño es irreparable, solo deseo paz en mi vida y no sufrir más
histerias cuando recuerde tu nombre, coincida con momentos, vea
fotos, analice mi pasado. Una minúscula parte de mi ser me indica
que siga con esta idea loca, pero otra me asegura que nunca
regresarás; y es verdad, nunca lo harás.
Es
tu decisión y glosario de mentiras contra una verdad que es obvia,
es una intención descomunal de separación por motivos personales, y
en el mio, son de salud mental y emocional.
Perdóname
si esta carta te causará problemas, si vendrá la Policía o me
llegará una demanda por entrometerme en un núcleo, si voy a recibir
a un sicario en mi casa, si me vendrán a buscar y me asesinarán, sé
que hay personas que son capaces de eso y a veces lo planifican.
Tengo
miedo, mucho miedo a continuar con esta furia interna y aguardar una
luna que por fin me traslade a ese universo paralelo; la consigna
está dada, ambos somos la llave pero no hay cerrojo.
Trato
por lo más sagrado evitar llorar, sentirme culpable, cuando en
realidad la culpa fue colectiva y Dios separa lazos para atar otros
cabos.
Déjame
volar, déjame seguir, ya no quiero saber de algo llamado 'amor', si
de esto se trata y no tuve la dicha de vivirlo pues bienvenido sea.
He aprendido que esa cosa llamada 'amor', va más allá de una
camioneta, una casa en el lugar más exclusivo, de una carrera
prodigiosa, de dinero, de lujos, de disparates, de hijos, de
diamantes y objetos materiales; amar es integrarse para ser uno de
manera espiritual, y dudo mucho encontrarlo aquí. Ahora no, no, no
es mi tiempo.
Solo
quiero aclararlo, y ya no volver a hablar del tema: aléjate. Vete a
otro país, a otro continente, sé feliz, lleva en tus hombros a tu
familia, yo no quiero tu vida, no quiero que me pagues el pasaje en
primera clase y me llenes de ropas costosas, o presumir ante todos
que me saqué la lotería con un hombre que me brinde la vida que
nunca tuve de niña. No, no quiero eso.
Mi
ansiedad está al límite, solo la medicina humana y la divina
tendrán el antídoto para poder superar esta etapa. Para volver a
ser yo, no lamentarme de mi estupidez, de volver a confiar, da media
vuelta y vete, nunca más regreses. Ahora entiendo que no me bastarán
siete mil millones de vidas para esto, pero pese a todo, te perdono.
Te
perdono por el daño, la humillación, la cobardía, el desplante, la
negación, la pérdida, las decisiones, todo. Te perdono el simple
hecho de haberme contactado y caer en un juego sin salida.
Pese
a extrañarte a veces y borrar todo rastro tuyo, debo y quiero darle
una nueva oportunidad a mi vida, volver a confiar, a besar de verdad,
a sentir que me aman, que me van a cuidar, así no haya una sola
moneda en mi billetera, solo quiero eso: felicidad. Y gracias a mi
ángel de la guarda, ya hay alguien que se ocupará de ello.
Aléjate,
te lo pido por última vez, no me mandes mensajes, no lo intentes,
vete de una vez e imagina que nunca nos conocimos. Mi vida es esta,
la de ahora en adelante y tu no estás invitado.
Sigue
tu camino, enfréntate a tu destino, vas a ser feliz, te lo aseguro,
solo ten paciencia a quien está a tu lado, tengo fe que todo sanará
en el futuro y no te acordarás de mi.
Hasta
siempre,
Aldine.
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