Día 7 - Libros

¡Hey! Oficialmente cumplo una semana de escribir en este diario virtual sin faltar o excusarme de no tener tiempo. Felicitaciones Aldine, estás creciendo. Sin lugar a dudas voy cumpliendo mi palabra y yendo paso a paso. Es extraño porque hace exactamente una semana tenía sentimientos encontrados y ganas de destruirlo todo en un segundo, ahora, revisando mis escritos caigo en cuenta que hay mucho por hacer en esta mente "alinesca" o como prefiero decirlo, "alienígena".

Hoy se desarrolló en una reconocida universidad el evento por el cual estuve concentrada, estratégica y decidida durante 15 días en mi trabajo para no dejar nada a medias; ahí estamos en el ruedo Ali, empujando el carro cuesta arriba con harta garra y esfuerzo, sé que en el futuro todo tendrá una recompensa y estoy segura de lo que hago pues nunca me había sentido tan firme en esta decisión de ser autónoma. Solo hay que resistir, el cambio es bueno Ali, es muy bueno y te ayudará a salir de esa coraza dura donde te has alojado durante tanto tiempo.

Pasando ese pequeño detalle, fue muy grato poder encontrarme con algunos de los jóvenes que contacté por Internet o vía telefónica para asegurar su presencia en el evento. Ha sido un trabajo de hormigón - no, hormiga queda chiquita - y por el cual he sacrificado horas de sueño, salidas grupales, ensayos con mi elenco de baile, cumplir con pagar deudas, ver a mi mamá, salir a correr y hacer yoga. Sí, noticias nuevas, hago yoga y medito los sábados por la mañana. Pero, ¿por qué lo oculto tanto? La respuesta es simple: está tan de moda y chancado el ser 'zen' o fitness demostrando que la vida es bella y color de rosa en la actualidad, que confesar esto es complicado. Damn it! Dejen de poner cada cosa fácil como algo fuera de otro mundo y hagan cosas más productivas. Namasté.

Sí, debo confesar que mi cuarto suele oler a incienso de canela o a fresas, uso perfumes florales o esencias aromáticas (traducción: aromaterapia) desde los 8 años cuando iba a la Calle Capón de la mano de papá a comprarle fertilizante a mi bonsái, además, siempre, siempre, siempre pongo música que me haga sentir feliz, y no, no es salsa, reggaeton o bachata (la cual detesto gracias a Romeo Santos y su voz de helio). El punto aquí es que, analizando la posibilidad de publicar algún día éste diario me podría llevar a dos caminos: el primero, ser víctima de un bullying increíble sumado a demandas de personas aludidas, o lo segundo, ver realizado mi sueño de la niñez, el publicar mi libro y firmarlo a los que vayan a comprarlo. Ahora dirán: "ay pero eso dicen todos, ay, pero ésta flaca solo quiere popularidad y seguidores porque tiene tan poco amor propio que necesita a un grupo de gente que la siga", etcétera. Sí, la gente es cruel mi estimado lector, me ha pasado y por ello me ví en la cobardía de retrasar este proyecto de escribir mi diario virtual, pues siempre habrán personas que harán daño mientras ellos ríen, sin embargo le he sacado la vuelta a tales malas vibras y ahora todo me resbala o llega altamente.

Todo empezó a los 9 años cuando mi papá Enrique Avila Reyes recibió su diario dominical por suscripción con un folleto adjunto que decía: "desde este viernes con *nombre del diario* colecciona tus libros de literatura latinoamericana". Inmediatamente mi papá le dio un porcentaje de dinero considerable al canillita y al viernes siguiente recibí mi primer libro, 'para la biblioteca de Aldincita', dijo; era el ejemplar original de Un Mundo para Julius - Alfredo Bryce Echenique, mi primer libro 'pesado' a los 9 años, se imaginarán la carcajada de mi madre asegurando que nunca me iba a acabar el libro y debía ponerme a estudiar matemáticas para ser una gran administradora de empresas o economista, y pues, ahora puedo decir que ese libro lo he devorado unas 7 veces, he hecho resúmenes y exposiciones en el colegio y universidad.

El segundo ejemplar recibido de esa colección fue 'La ciudad y los perros - Mario Vargas Llosa', aún recuerdo ese día: yo, una niñita corriendo por las calles de Canto Grande, cruzando la avenida San Martín, entrando a la urbanización Los Jazmines, pasando frente a la Clínica San Miguel Arcángel y llegando al puesto de periódico azul al lado de la loza deportiva Gaby Pérez del Solar y la Capilla San Francisco de Asís vistiendo mi buzo de colegio con un ticket en mano, rápidamente extendí mi pequeña extremidad para entregar el papelito y recibir a cambio mi libro, acto seguido lo tomé entre mis manos y regresé corriendo a casa, estaba tan emocionada por leer ese título que choqué con tres adolescentes que andaban en sentido contrario a mi, uno de ellos andando con la bicicleta al lado. A consecuencia, el libro nuevo voló impactando sobre la pista, yo en el piso para variar y uno de ellos asustado por la escena. Lo que pasó a continuación fue extraño. El chico de la bicicleta me miró, me dio su mano para apoyarme y pararme mientras recogía el libro, lo limpió para entregármelo en mano diciendo: "muy buen libro, te va a encantar pequeña, créeme". Luego se despidió y se fue a darle el encuentro a sus dos amigos, de lejos ví como ingresaron a la loza deportiva perdiéndose a mi vista, yo retomé el rumbo caminando adolorida por la caída pero con esa frase en la cabeza. Han pasado casi 20 años y aquel adolescente de 15 años de la bicicleta tenía razón, leer me cambió la vida, me hizo llegar a rincones increíbles conociendo a personas con una mente brillante y abierta. Devorar libros es una de las cosas que amo, así que, si algún día he de casarme o unirme espiritualmente con alguien, esta persona deberá saber que tiene que conquistarme por la mente, con inteligencia y respetando mi espacio para enamorarme poco a poco de su buen gusto, esa es la llave al paraíso.

Me sucedió este verano cuando conocí a un joven en mi antiguo trabajo, quién de la nada empezó a prestarme libros todo a consecuencia de una consulta que le hice vía Facebook porque quería leer nuevos estilos literarios, supongo que atinó a mi gusto gracias a las conversaciones que tuvimos cuando nos conocimos y donde le conté entre risas que me gustaba escribir y oh, coincidíamos en ese mismo amor por la escritura, ya que él escribe poesía. Días después a ese suceso me regaló un libro fotocopiado de la gran poeta peruana Montserrat Álvarez, el cual, había sacado pirateado de su exuniversidad, donde por vueltas de la vida, ahora es a dónde voy a realizar el evento con mi trabajo. Días después de ese momento perfecto, él me regaló un libro que había editado junto a unos amigos literatos donde recopilaban poemas perdidos del desaparecido Enrique Verástegui, fundador de Hora Zero, debo confesar que a la mañana siguiente de leer ese libro - incluído prólogo escrito por él - quedé cuál quinceañera caminando sobre nubes.

Wow, qué manera de ser de este jovencito, eh, un ser tan interesante, fascinante e inteligente con tantos temas de conversación que me dejaba corta callándome la boca y boba de tanto por descubrir. Lamentablemente todo quedó ahí porque él estaba de amores con una chica algo problemática, tiempo después me di cuenta que estaba saliendo con otra, por eso siempre le desearé lo mejor.
Oh mierda, para qué ocultarlo más, ¡cómo me cagaba por ese chico! En serio, verlo era como frenar en seco y esperar una nueva aventura mientras el universo alrededor se desvanecía, era verlo fijamente deleitándome con sus ojos dormilones acompañados de unas cejas pobladas, de mirada dulce y tímida sombreada por unas gafas que se volvían oscuras en el sol, de estatura alta, piel suave y algo velluda, de sonrisa casi perfecta que iluminaba cualquier mal rato, de caminar pausado como un caracolito vestido de caballero con saco, corbata y sombrerito de copa, añadido a unos brazos delgados pero tibios que me abrigaron cuando una vez afligida no tenía donde acudir. Ojo, nunca pasó nada más que un abrazo fuerte, ni siquiera un beso cerca de mis labios o acercamiento de rostros, nada, solo un breve roce me bastaba para ser feliz. Miércoles. Maldita sea mi mala cabeza de ser 'decente' y no decirle lo que sentía en ese momento. Carajo, Aldine qué boba fuiste, ni siquiera los libros que te prestó de Ginsberg o 'Howl' leída unas cuantas veces (14 para ser exactos) en los primeros días fueron capaces para que descongeles tu corazón de hielo y decirle que eras capaz de todo para cuidarlo, ayudarlo, serle fiel hasta la muerte y más allá, vivir una historia de amor inusual cargada de energía positiva envuelta en una especie de armonía cósmica y con putos unicornios vomitando arcoiris bailando a ritmo de Led Zeppelin o Miles Davis. Perdonen la perla final pero, putamadre. En fin, él sabe que lo quiero mucho y sé que estará bien. Es mi amigo ahora.

Sin más qué agregar, me despido hasta mañana. Ya les contaré más luego. Besitos de luz a cada uno.

- Ali

Comentarios

Entradas populares